Bienvenido/a a esta sección de entrevistas a autoras integrales de álbum ilustrado cuyo objetivo es conocer sus procesos de creación y visibilizar su obra.
Hoy te presento el trabajo de... Concha Pasamar
1. Tus inicios. ¿Cuál es tu formación académica? ¿Cuándo te
interesaste por la ilustración y en especial, por el álbum ilustrado?
En principio, no tiene que ver con esta dedicación: soy doctora en
Lingüística Hispánica y licenciada en Historia. Hace unos ocho años
volví a dibujar y pintar como una actividad manual que me ayudara a
desconectar en un momento en que el estrés comenzaba a tener ciertos
efectos físicos. Imagino que en el interés concreto por la ilustración
tuvieron que ver dos factores: que el dibujo me gustaba más que la
pintura, y que las palabras y la comunicación de ideas tenían ya un peso
esencial en mi vida. Al principio, comencé por pintar o dibujar un día a
la semana en el estudio de Lola Azparren, en Pamplona, y pronto a
hacerlo en cuaderno, probando, anotando, solo por disfrute. Pero luego
vi por casualidad algo sobre un máster de ilustración y me puse a buscar
algún curso online, algo más factible en mi situación. Di con los de
Marián Lario en 2014 y supusieron una inflexión decisiva.
Además, me he formado después en diferentes talleres y cursos sobre
ilustración y LIJ, y también me inscribí en un par de talleres breves de
escritura –aunque después de haber escrito mis dos álbumes-.
2. ¿Recuerdas tus cuentos favoritos de pequeña? ¿Crees que te han influido en tu trabajo?
No solo los recuerdo, sino que conservo los esenciales. De hecho, antes
que los cuentos recuerdo los libros de arte, porque en mi generación
(tengo 53 años) no había tanta abundancia de cuentos ilustrados. Sí,
probablemente tanto esos libros de pintura como las ilustraciones de
algunas de mis primeras lecturas (unos cuentos de Grimm escasamente
ilustrados a tinta), pero también la observación de la manera de dibujar
de mi madre, tengan que ver con mi manera más natural o inicial de
hacer, figurativa. También me encantaban los libros de lectoescritura
del cole (ilustrados por José Ramón Sánchez), y aquellos Sendas
maravillosos de Santillana, donde había ilustraciones de muy diferentes
estilos.
3. ¿Cuáles son tus referentes actuales?
Bueno, al igual que siento la influencia de los primeros acercamientos a
la pintura y la ilustración, pienso que en estos años en que he
intentado propiamente formarme como ilustradora he bebido de muchas
fuentes y muy diversas, y creo que eso también se nota en cierta
evolución, o en el interés por probar o incorporar a mis trabajos esos
aprendizajes: unas veces por la composición o la manera de mirar y
representar, otras por la técnica, otras por la forma de narrar. Hay
referentes muy dispares, porque admiro el trabajo de muchísimas personas
que se dedican a la ilustración, aunque en apariencia no se asemejen
en nada a lo que yo hago. Si me es posible, además, intento seguir
talleres o cursos suyos, como decía. Por ejemplo, durante el último año
me he inscrito en cursos de Alejandra Acosta, Dani Torrent, Marián
Lario, Ana Lartitegui o Laura McKendry… Pero habría muchos más nombres,
desde luego.
Y, por supuesto, hay muchas autoras y autores que admiro por lo que
escriben: también muchos y muy dispares. Me resulta muy difícil hablar
de "referentes" claros; soy curiosa por naturaleza y tiendo a beber de
muchas fuentes y muy variadas. Creo que en lo que hacemos aflora todo lo
que hemos recibido, lo que nos conforma, también el ejemplo de personas
que admiramos a veces en dedicaciones muy distantes de la nuestra. De
todo va quedando un poso.
4. ¿De dónde surgió la idea de tu primer libro?
Todo lo que escribo o ideo últimamente suele tener un primer origen en
mi propia trayectoria vital: a menudo en mi propia infancia. Mi primer
libro como autora es, en realidad, el último que ha visto la luz, Tiempo
de otoño, y se basa, a partir de la experiencia de los cambios que trae
el otoño, en una doble fuente: por un lado están mis vivencias de esta
estación en la infancia, no muy distintos a los de cualquiera, por otra,
esas mismas vivencias como adulta, mucho más consciente de la fugacidad
del tiempo.
Tiempo de otoño © Concha Pasamar |
Hay en el centro del libro una doble ilustración sin texto
que recoge esa doble mirada: la niña concentrada en el mundo de fantasía
del libro; la madre vuelta hacia el exterior, pero también concentrada
hacia dentro, en una actitud reflexiva; ambas en un entorno amable y
reconfortante, que es el que he tenido la suerte de vivir. Me siento
representada -en todas las etapas de mi vida- en esa imagen y esa
actitud atenta y consciente, pero también soñadora.
ilustración interior de Tiempo de otoño © Concha Pasamar |
5. ¿Cómo fue tu primera experiencia como autora profesional? ¿Quién te dio la oportunidad?
Debo la publicación de mis dos libros hasta el momento como autora e
ilustradora a Luis Larraza, de Bookolia; también la de mis primeros
trabajos como ilustradora, que posibilitaron que me animara a mostrarles
los proyectos completamente propios. En ambos casos estaban muy
avanzados, casi cerrados, al proponerlos, aunque faltaran la mitad de
las ilustraciones definitivas y las cubiertas y páginas de créditos.
Primero fue Cuando mamá llevaba trenzas (2018) y luego Tiempo de otoño
(2020), aunque el orden de su creación fue inverso. En el proceso de
edición, que siempre es un diálogo fructífero, se tomaron algunas
decisiones finales, y se creó el envoltorio, que es también muy
importante en el caso de los álbumes.
Cuando mamá llevaba trenzas © Concha Pasamar |
6. Sobre el proceso de escritura, ¿cuánto tiempo te lleva escribir una
historia? ¿Dónde buscas la inspiración o los posibles temas?
En el caso de los álbumes ilustrados, la inspiración suele entroncar con
alguna sensación, actividad o detalle de la infancia, como decía. Estos
dos trabajos son en realidad una especie de repertorio de escenas, que
presentan unidad temática, y lo cierto es que primero fue lo visual.
Pero el texto dota a esos repertorios de una mayor coherencia y sentido,
tanto a cada una de esas escenas en sí misma –en la combinación de
imagen y palabras-, como al conjunto, que es una secuencia que se
desarrolla –y se recibe- en una trayectoria y un sentido determinados.
En estos casos, el proceso casi completo se llevó a cabo en los tres
meses que duraron los cursos, y luego el resto de las ilustraciones se
trabajó más adelante. Creo que las dos veces avancé lo grueso del resto
en mis vacaciones.
Diseño de personaje de Tiempo de otoño © Concha Pasamar |
Pero en realidad, los procesos, como sabemos, son siempre más complejos,
y cíclicos, y comienzan mucho antes de tomar papel y lápiz. No digo que
sea imposible, pero me resulta difícil pensar en un autor de álbum que
se plantee ir desde el inicio al final de la obra de una manera lineal.
Hay avances, parones, revisiones del planteamiento. Por otra parte, creo
que es mucho más sencillo enmendar el texto que la imagen, por lo que
me parece fundamental haber preparado muy bien y con calma el
planteamiento general antes de lanzarse a las ilustraciones definitivas.
Pruebas para las guardas de Tiempo de otoño © Concha Pasamar |
Otras veces solo escribo, y en esos casos, lo esencial sale de un tirón,
y es cuestión de dejarlo reposar y ver si pide cambios al cabo de un
tiempo. En ese caso son pequeños textos de diferente naturaleza, con
cierto tono poético, que suelen también partir del recuerdo, o de un
instante cuya intensidad desencadena alguna emoción, cierta necesidad de
retener ese momento. El paso del tiempo es una constante.
Diseño de personaje de Cuando mamá llevaba trenzas © Concha Pasamar |
Pero también soy capaz de apasionarme por otros temas, y eso puede
llevarme a escribir sobre ellos, me sucede también en la investigación,
donde lo que más disfruto es lo que tiene relación con las historias y
las voces individuales del pasado.
7. Proceso y metodología, ¿cómo te organizas y trabajas? ¿Podrías describirme tu día a día?
Como mi dedicación no es completa y mi trabajo como profe ocupa
muchísimo tiempo –siempre hay que revisar cuestiones y maneras de hacer,
y también investigar requiere muchas horas-, reduje mi jornada laboral
ligeramente (un 20%) Dispongo así, cuando no hay urgencia –y a menudo
la hay, y más en este año-, de alguna tarde. Pero sobre todo es por las
noches, los fines de semana o en las vacaciones escolares cuando me
pongo a hacer o pensar de manera más sistemática. De todas maneras, las
ideas vienen en muchos momentos, a veces en los más inesperados, y creo
que hay que estar en una actitud alerta constante, aprovechar los
trayectos, por ejemplo. Me gusta pensar en movimiento: de camino al
trabajo, en un paseo…, como acompañante de viaje soy un muermo cuando
hay confianza, porque desde niña me encanta pensar y planificar mirando
por la ventanilla del coche. Conviene tener una libretita a mano para
anotar ideas a las que no podemos dedicar atención en el momento.
Ilustración interior de Tiempo de otoño © Concha Pasamar |
Sin embargo, tampoco soy muy ordenada en esto y debo forzarme a usar un
mismo cuaderno, a no apuntar en cualquier papel, a ser más clara en lo
que anoto (más de una vez he sido incapaz de recuperar la idea porque
era demasiado breve: un par de palabras que luego se transforman en un
enigma indescifrable)
En definitiva, en mi día a día intento cumplir en primer lugar con mi
trabajo como profe, y luego encontrar huecos sin perderme otras cosas
que me gustan, como mis clases de swing –que son sagradas porque me
sientan muy bien-, leer o compartir tiempo con otras personas, o ver una
peli, si me apetece, vamos. A menudo aprovecho el rato del sofá por la
noche. Los fines de semana, como digo, sí procuro sacar unas horas
seguidas, en una mesa, con materiales diferentes.
8. ¿Cuál es tu objetivo como autora e ilustradora? ¿Qué mensaje quieres transmitir a través de tus obras?
Pues lo cierto es que no me planteo objetivos ni mensajes concretos,
siendo sincera. Intento disfrutar con lo que hago y me parece un regalo
poder compartirlo a través de los libros, que siempre han sido
esenciales en mi vida. Veo que en lo que publico como autora queda
cierta constancia de aquello que me ha conformado, aquello que me hace
feliz, y que ese algo es bastante sencillo: los pequeños detalles de la
vida cotidiana, pero no es buscado. En ese sentido, creo que puede haber
interpretaciones a favor de valorar lo sencillo y vivir
conscientemente, pero no es algo que me proponga como mensaje. Escribo y
creo por el propio placer de crear, que incluye también el placer de
los desafíos y los retos. Tal vez en el futuro aparezcan otras líneas…
Ilustración interior de Cuando mamá llevaba trenzas © Concha Pasamar |
9. ¿Estás trabajando en un nuevo libro? ¿Qué nos puedes contar sobre él?
Como ilustradora ando cerrando dos libros para este otoño de 2021 y uno más para el próximo. Como autora, voy trabajando en varias cosas al tiempo. De esos pequeños textos a los que me refería, hay un conjunto que presenta cierta unidad; tal vez me anime a cerrarlos e ilustrarlos, pero no inmediatamente, no hay prisa.
En cambio, sí que hay otros dos proyectos más concretos: uno es un libro
informativo para A Fin de Cuentos. En realidad, yo escribo y publico
regularmente textos expositivo-argumentativos por mi trabajo, pero este
libro supone una nueva experiencia: por los destinatarios, por el
formato, por el tema, que me parece apasionante por muchos motivos, y
tiene que ver con el efecto que los libros son capaces de producir en
las vidas individuales y en las sociedades.
El otro es un álbum ilustrado que ha surgido a partir de un ejercicio
propuesto por Marián Lario. Cómo no, la idea parte de un recuerdo de mi
infancia, pero se distancia más de lo real y es más propiamente infantil
que mis libros anteriores. He conseguido escribirlo, hacer el
storyboard y encontrarle editorial en un tiempo récord esta vez (lo que
demuestra que cada proceso es diferente en mi caso); le haré hueco
cuando termine con los trabajos a los que ya me he comprometido. Y tengo
otras ideas, pero me pondré a darles forma cuando pueda.
10. Un último consejo a las que como tú, quieran dedicarse a esto:
Creo que, por una parte, es necesaria una actitud humilde y receptiva:
que sean constantes la apertura y la disposición de escuchar, de
aprender, de formarse; también la honestidad. También considero que hay
que ser constante e insistente, pero con sentido común. Se precisan
muchas destrezas en la profesión: ilustrar es más que dibujar, y
conseguir que nuestro trabajo sea visible y se solicite también requiere
ser sensible hacia otras artes, saber interpretar textos y
documentarse, conocer el mundo del libro, moverse en el campo de la
difusión, comunicarse adecuadamente con editores, autores, lectores,
mediadores… Son muchas variables y se nos pueden dar mejor o peor, pero
hay que tenerlas todas en cuenta y conocerse bien para compensar las
limitaciones con las virtudes o incluso hacer virtudes de las
limitaciones. Luego está también el factor de la suerte, de la
conjunción de ciertas circunstancias, que no depende tanto de una misma,
y yo debo reconocer que la suerte me ha acompañado, pero también que la
experiencia vital ayuda, y yo tengo ya muchos años ;)
Ilustración interior de Cuando mamá llevaba trenzas © Concha Pasamar |
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PRECIOSÍSIMOS TRABAJOS Y BOCETOS. CONCHA PASAMAR ES YA UN REFERENTE EN LA ILUSTRACIÓN DE ÁLBUMES ILUSTRADOS EN NUESTRO PAÍS, ESPERO QUE PRONTO SUS TRABAJOS SEAN CONOCIDOS EN OTROS PAÍSES.
ResponderEliminarTe doy toda la razón. Sé que su trabajo, que ya habla por sí solo, con el tiempo traspasará fronteras y se hará conocido en otros países como merece. Muchas gracias por comentar, Ignacio.
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