Bueno,
por fín... Aquí va mi 1ª experiencia “chispas” en la Bologna Children's Book Fair,
o lo que es lo mismo, mi 1ª vez en la feria del libro infantil de
Bolonia, la más importante (en la compra y venta de derechos) del
mundo mundial...
He
de decir que no fui sola y menos mal... porque una feria de tales
dimensiones acojona a cualquiera (y más si es tu primera vez). Para
ello contamos con la experiencia previa de Laura Borràs, compañera de
ilustración de l'Escola de la Dona que había ido el año pasado
(ella sí que fue SOLA y a pelo... ¡eso sí que fue echarle valor!).
¿Reconocéis
esa sensación de escuchar embelesada un bonito cuento y desear con
todas tus fuerzas que te suceda lo mismo que a la protagonista? Pues
eso nos pasó a Patricia Palacín y a mí cuando
Laura nos relataba su aventura...
“Quien
algo quiere, algo le cuesta”,
dice el refrán... Así que superamos nuestros miedos, cogimos
nuestras agendas y empezamos a reunirnos para organizarnos y
movilizarnos: reservarnos
el alojamiento primero y el vuelo después. Y
lo pongo en este
orden porque es
lo que funciona. Si
queréis un consejo, hacedlo
así y
con TIEMPO
porque ya en octubre, OCTUBRE (la feria era en
MARZO) tuvimos serios
problemas para encontrar alojamiento a un módico precio. Los
albergues, aunque económicos, estaban a tomar viento y los hoteles,
los más baratos (por decirlo de alguna manera...), estaban ya pillados.
Por poco nos desesperamos y tiramos la toalla... ¡¡en OCTUBRE!! Al
final, entre tanta oferta hotelera abusiva, vimos la luz y tuvimos la
“suerte” de encontrar un Bed and Breakfast económico (28€/noche)
y céntrico (a pocos metros de la Piazza Maggiore) aunque... algo
cutrillo
(ya, no se pueden pedir peras al olmo...).
Si
os va el cotilleo y queréis leer mi “valoración” de nuestro
fantástico B&B, pinchad aquí.
El
vuelo también nos salió bastante bien de precio aunque con
“inconvenientes”: con escala BCN-Roma-Bolonia que suponía unas
4h. aproximadas de vuelo y que al final acabó por pasarnos factura:
no descansas, no duermes y llegas hecha unos zorros a Bolonia (y más
yo que NO dormí NADA la noche anterior porque EMPALMÉ corrigiendo a contrareloj y poniendo las notas de la 2ª evaluación).
A
la “comisión Bolonia” inicial integrada por Laura, Patricia y
servidora se nos unió mi amiga Paloma Carballal, alias culo
veo-culo quiero (ja saps
que t'ho dic amb carinyu
i sort que vas venir ;-) y allí nos veis, a las Cuatro
Amazonas del Apocalipsis, a la búsqueda del editor comprensivo que
estuviera dispuesto a arriesgar su carrera para publicar nuestros
proyectos (escrito así parece como si no fueran buenos... ¬¬U)
Collage fotográfico de algunas
ilustraciones seleccionadas para el catálogo de la Feria de Bolonia
2012, las que personalmente MÁS me gustaron (porque había de
“todo”...).
A pesar de ser meras reproducciones (la verdad es que
se lo podrían haber currado un poquito más...) estaban expuestas en
la Sala Ercole del Palazzo D'Accusio, Piazza Maggiore.
A mano izquierda y en sentido
ascendente, las 3 ilustraciones de Betania Zacarías, con
quien coincidí comiendo una pizza en la moqueta de la feria (tan
cómoda y limpia...). Ya nos vale, Beta, que viviendo en Barcelona y
estando conectadas via facebook ¡te haya tenido que conocer en
Bolonia! :-)
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A
pesar de haberme leído tropocientos consejos de otros ilustradores
que habían asistido a la Feria en ediciones anteriores, supongo que
tanta información me saturó y al final no tuve tiempo ni de hacer
el estudio de mercado ni de solicitar cita previa a las editoriales.
De hecho, por no tener tiempo ni llegué a enviar las 5 ilustraciones
que proponía la Feria para participar en el catálogo... (Nota
mental a corregir el próximo año: enviar
SI o SÍ esas ilustraciones y así me ahorro, como mínimo, el precio
de la entrada (que
multiplicado por 4 días de Feria... ¡calcula! Suerte que los del
Apic, que son muy buenas personas, aún sin ser socia, me echaron un
buen cable. ¡Os lo agradeceré SIEMPRE!)).
La
fiera o la Feria...
Panel informativo de los Premios
internaciones de la Bologna Children's Book Fair 2012
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Después
de validar la entrada y caminar a través de un largo pasillo, lo
primero que te encuentras es el Meetingpoint,
también
conocido popularmente como
“El muro de las lamentaciones”
(por el símil con el original), donde
cualquier ilustrador puede exponer todo tipo de información gráfica
para mostrar su trabajo al mundo... En esta pared envolvente (que
encierra las salas de exposiciones y el Illustrator's
café) puedes ver desde
las clásicas tarjetas de visita hasta postales, carteles, flyers
y verdaderas obras de ingeniería de papel (y lo que no es papel:
¡hasta un monitor de televisión!), a cada cual más original,
imaginativa y divertida...
La
verdad es que, aunque me habían hablado bastante sobre el
Meetingpoint,
no tenía pensado colgar nada pero al final, animada por mis
compañeras (Paloma sí que se había inventado una especie de
sobre-cajetín donde alojar sus tarjetas y flyers)
improvisé el sobre transparente de la acreditación con unas cuantas
tarjetas Cucatraca.
Mi pequeña aportación ;-) |
¡Qué
ilusión me hizo inmortalizar el momento en que un par de personas
cogieron unas! ^^U
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Lo
que comprobé al final del día fue que volaron
enseguida. Por un lado te alegras pero por el otro no sabes hasta qué
punto es realmente útil
dejar tus tarjetas allí cuando pueden hacerte falta de cara a
posibles entrevistas (con editores). Luego descubres con sorpresa que
tu sobre está siendo utilizado por otro ilustrador que ha puesto lo
suyo. Y no sabes si las tuyas se han agotado o el nuevo “inquilino”
las ha tirado para poner las suyas... Prefieres no malpensar pero
después de ver el “estado” final del Meetingpoint
el último día (ver
última foto), da un poco de lástima ver la poca solidaridad que
existe por parte de algunos... Las imágenes hablan por sí mismas...
Sea
como sea, hace gracia dejar tu aportación
en el muro.
En mi opinión, está bien hacer la parida pero no le buscaría más
“trascendencia” y ni mucho menos me preocuparía en reponer
existencias... (a saber el uso que van a darle los ¿coleccionistas?
a tus tarjetas... ). Yo por ejemplo, no cogí ninguna...
Pasado
este momento “fan” toca ponerse seria y explorar el resto de la
Feria.
Con
el mapa en una mano y el listado de futuras editoriales en la otra,
empieza el verdadero
trabajo de campo que se
convierte en una especie de búsqueda del tesoro: a por la editorial
soñada (dícese
de la
que publica cosas bonitas donde tu estilo crees que encaja
perfectamente y encima es potente (paga bien)).
Al
principio la inmensidad del recinto ferial te sobrepasa, pero a
medida que recorres los distintos pabellones ya sabes localizar los
stands de las editoriales sin apenas pestañear.
Es
gratificante dar con ellos y encontrarte con compañeros que están
igual que tú, recorriéndose la Feria cargados con sus carpetas a la
búsqueda del mismo botín. Algunos reencuentros (y las nuevas
amistades que haces esperando tras largas horas de cola) sirven para
compartir e intercambiar “hallazgos”: “en
esta editorial NO reciben; pues en la otra reciben mañana a partir
de tal hora,” ; “pues
en el stand de Malasya a las 13:30h hay cocktail y comida gratis”,...
y planificar la estrategia de cara al segundo
día, aunque ya en
el primero puedes
encontrar algunas editoriales receptivas, dispuestas a recibirte a
pesar de no haber solicitado cita previa (es el caso de algunas
procedentes de países como Chile, Colombia, México, Brasil,...).
Diferentes espacios de la Feria:
pabellones de stands interesantes para volver a visitar; momento
friki posando con los muñecos gigantes de “Barbapapá” y
mucha moqueta roja...
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Con
los deberes hechos (el listado anotado de citas abiertas al público
en los días y horas señaladas) y las buenas vibraciones del 1er
día, te dispones a afrontar el
segundo día con más
ganas y energía, aunque también te encuentras con la otra cara de
la moneda: editoriales que van
a lo que van, a la compra
y venta de derechos, que no quieren ni verte ni olerte y ni mucho
menos, recibirte. Como mucho te dan una tarjeta de contacto donde
escribirles para mandarles tu trabajo (si es que se lo llegan a
mirar...). Y algunas, a pesar de haberte recibido, te despachan
rápido, como si les hubieras hecho perder el tiempo... (más bien lo
has perdido tú haciendo su
cola...).
He
aquí típicas respuestas negativas (que parecen sacadas de manual)
para comunicarte que no les
gustas (profesionalmente
hablando): No es
nuestro estilo; tu
estilo es demasiado formal (para nuestra línea editorial); o
sencillamente: NO
(sin nada más que añadir... ¿?). Otras, por suerte, te hacen
críticas o “consejos” que recibes de buen grado siempre y cuando
las sepas valorar en su justa medida. Por ejemplo:
hubo una editora (no diré su nacionalidad
para no dar pistas...) que me
regañó por no
facilitarle el trabajo ya que cuando le enseñaba mis originales, al estar protegidos con papel de seda, perdía mucho tiempo... Y me aconsejó que la próxima vez, trajera un portfolio impreso en vez de originales (por su respuesta deduzco que tendría prisa...)
En
cambio otros, generalmente la mayoría, agradecían y disfrutaban poder ver de
cerca tus originales (como sucedió con un par de editoras de Taiwan
que se tomaron su tiempo admirándolos). Así pues, con qué consejo
o crítica te quedas, ¿con una
editora agobiada/estresada que no tiene tiempo para tí (y sin
embargo acepta recibirte sin coacción alguna por tu parte) o con
varios
editores que valoran y disponen del tiempo que haga falta para
apreciarlos?
La
verdad es que te quedas un poco perpleja ante la variada disparidad
de opiniones pero al final acabas por separar el grano de la paja, lo
profesional de lo emocional y te quedas con aquellas aportaciones
realmente útiles. Podría enumerar más ejemplos surrealistas (tipo editora con prisas)
pero me llevaría varios posts y sinceramente, demasiado largo me
está quedando ya éste...
Lejos
de lo que pueda parecer, la valoración que hago es MUY
POSITIVA (que sí, de
verdad...) y sin duda alguna, aparte de los elogios (que los
hubieron), los mejores comentarios hacia mi trabajo fueron aquellos
que me hicieron ver
qué aspectos podría
corregir para hacer mi proyecto más “publicable” (porque
mi Garbancito LO ES. Tiene CALIDAD suficiente para ser publicado. De
eso no tengo la menor duda, aunque pueda sonar pretencioso...).
Está
bien contar con más de una visión DIFERENTE además de la tuya y la
de tus compatriotas ilustradores. A
veces estamos tan ensimismados y orgullosos de nuestro trabajo que no
vemos más allá de nuestras narices, es decir, posibles defectos, y
si quien te hace caer en la cuenta es un editor, señal que es él/lla
la persona más indicada para hacértelo comprender porque sabe, con
conocimiento de causa, de lo que está hablando (entre otras cosas
porque es SU trabajo).
Ahora
bien, eso no quita que de algunas entrevistas salieras con la
sensación agridulce de palmadita en la espalda acompañada de un
“vuelva usted el año que
viene”... como si
todavía fueras una alumna que aún está verde y que debe aprender
más antes de atreverse
a enseñar su trabajo a un EDITOR...
Así
que, como en todo, hay que aprender a relativizar y saber encajar las
críticas, buenas y malas (me gustó de un editor colombiano su
delicadeza y amabilidad al sustituir la palabra crítica por
sugerencia):
que
un comentario no te hunda en la miseria pero tampoco pregones a los
cuatro vientos que vas a salir con un contrato bajo el brazo porque
te hayan dicho que tu trabajo es muy bonito...
A lo que iba... (y ya acabo), pasados
los 3 primeros días de feria, que son los más fuertes, conviene
reservarnos como mínimo uno para disfrutar realmente de la misma:
ver exposiciones, asistir al
Café de los
ilustradores,
pasearse tranquilamente por los stands (sin llevar la carpeta a
cuestas) y coger catálogos o libros a precios casi regalados (el
último día remataban a 5€ los libros iraníes). Y por supuesto,
disfrutar de BOLONIA: sus calles, sus colores sienas, ocres y
tostados, su gente y cómo no... ¡su gastronomía! (Mamma
mía...
¡todavía sueño con las piadinas,
los crostine
y la pasta cocinada al dente!).
Pero
como buena aventura que se precie, todo llega a su fín y lo más
duro es despedirse de la ciudad, llegar a casa, deshacer la maleta y
volver al trabajo con deberes “extra”: hacer el seguimiento de
todas las citas que tuviste, todas las tarjetas que te dieron, en
definitiva, mantener
el contacto.
Al menos ya no eres un simple email anónimo que no sabe a quién
dirigirse; de algo te tendría que servir haber conocido en persona a
un editor (que es humano, aunque lo tengamos en un altar como si fuese un semidios) aunque
también es probable que, después de haber conocido a tantos otros
ilustradores como tú, no se acuerde de tu nombre ni de tu proyecto
(lógico...)
Pero
insisto en no dejar esta última parte, aunque dé un poco de palo...
El objetivo
de asistir a la feria como ilustradora es encontrar
tu sitio en el mercado
y para ello debes
ser constante e insistir... Leí
en un blog que existe
un editor para cada ilustrador y la feria de Bolonia es el lugar
ideal para encontrarlo.
Puede sonar exagerado, pero vista la experiencia, puede que sea así;
si acaso, te brinda más oportunidades para encontrarlo que no
quedándote en casa...
Puede
que al final todos esos contactos no fructifiquen y queden en nada
pero lo que está claro es que si no lo intentas, nunca lo sabrás...
Así que, mi consejo (que me aplico en forma de mantra)
es: insiste,
persiste y triunfarás.
Y
si no, tienes todo un año para volverlo a intentar...
Nota:
la mayoría de las imágenes que ilustran esta entrada están tomadas
por Paloma Carballal y Patrícia Palacín, que dominan los filtros de
Mytubo
e Instagram
que te cagas, ¡además de tener muy buen ojo para el encuadre
perfecto! Gracias por compartir vuestras fotos, chicas :-)