Lo que empezó como un ejercicio de clase en el módulo de ilustración que Rebeca Luciani impartió en l'Escola de la Dona el curso 2009-10, se ha convertido en un proyecto muy alentador en el que me he volcado por completo desde que descubrí mi particular "revelación luciana": el álbum ilustrado.
Rebeca nos enseñó el proceso que conlleva desarrollar un álbum ilustrado. En este caso, debíamos "cortar" el texto en partes para obtener 12 ilustraciones dobles mediante una "graella" o storyboard (o "mamarrachitos" como ella los llamaba) donde se vea un hilo conductor de la historia que funcione; entendiendo el álbum como una película que integre diferentes planos.
Una vez pasabas el filtro de su supervisión, ya podías ampliar esos esbozos para convertirlos en "definitivos" ("layouts") dándoles mejor resolución y acabado. Lo mismo se aplicaba con la portada y contraportada que aconsejaba dejar para el final...
Algunos esbozos se mantenían aunque otros, en el momento de convertirlos en "layouts", podían sufrir modificaciones de "volteado" o composición como en el caso de la portada-contraportada
Aparte de todo eso (parece poca cosa y fácil pero os aseguro que no lo es; hay que pensar y abocetar bastante), debíamos diseñar también las guardas, la portadilla, la portada y la contraportada y montar una maqueta de todo esto resuelto prácticamente a línea excepto 3 ilustraciones interiores a color además de la portada y contraportada.
Con este ejercicio aprendí muchas cosas (imposible enumerarlas todas) pero sobretodo conseguí tres grandes logros: uno, atreverme con el color (benditos acrílicos), dos, creer en mi calidad profesional, y tres, ¡acabar ALGO! (adiós proyectos "eternos", adiós...).
No me gustaría despedirme sin agradecerle a Silvia Tarragó su ayuda y su inspirada labor como adaptadora de una nueva versión del texto, sin la cual este proyecto no sería lo que aspira llegar a ser.