domingo, 2 de mayo de 2021

Ilustrando a... Concha Pasamar

Bienvenido/a a esta sección de entrevistas a autoras integrales de álbum ilustrado cuyo objetivo es conocer sus procesos de creación y visibilizar su obra.

Hoy te presento el trabajo de... Concha Pasamar



1. Tus inicios. ¿Cuál es tu formación académica? ¿Cuándo te interesaste por la ilustración y en especial, por el álbum ilustrado?

En principio, no tiene que ver con esta dedicación: soy doctora en Lingüística Hispánica y licenciada en Historia. Hace unos ocho años volví a dibujar y pintar como una actividad manual que me ayudara a desconectar en un momento en que el estrés comenzaba a tener ciertos efectos físicos. Imagino que en el interés concreto por la ilustración tuvieron que ver dos factores: que el dibujo me gustaba más que la pintura, y que las palabras y la comunicación de ideas tenían ya un peso esencial en mi vida. Al principio, comencé por pintar o dibujar un día a la semana en el estudio de Lola Azparren, en Pamplona, y pronto a hacerlo en cuaderno, probando, anotando, solo por disfrute. Pero luego vi por casualidad algo sobre un máster de ilustración y me puse a buscar algún curso online, algo más factible en mi situación. Di con los de Marián Lario en 2014 y supusieron una inflexión decisiva.
Además, me he formado después en diferentes talleres y cursos sobre ilustración y LIJ, y también me inscribí en un par de talleres breves de escritura –aunque después de haber escrito mis dos álbumes-.

2. ¿Recuerdas tus cuentos favoritos de pequeña? ¿Crees que te han influido en tu trabajo?

No solo los recuerdo, sino que conservo los esenciales. De hecho, antes que los cuentos recuerdo los libros de arte, porque en mi generación (tengo 53 años) no había tanta abundancia de cuentos ilustrados. Sí, probablemente tanto esos libros de pintura como las ilustraciones de algunas de mis primeras lecturas (unos cuentos de Grimm escasamente ilustrados a tinta), pero también la observación de la manera de dibujar de mi madre, tengan que ver con mi manera más natural o inicial de hacer, figurativa. También me encantaban los libros de lectoescritura del cole (ilustrados por José Ramón Sánchez), y aquellos Sendas maravillosos de Santillana, donde había ilustraciones de muy diferentes estilos.

3. ¿Cuáles son tus referentes actuales?

Bueno, al igual que siento la influencia de los primeros acercamientos a la pintura y la ilustración, pienso que en estos años en que he intentado propiamente formarme como ilustradora he bebido de muchas fuentes y muy diversas, y creo que eso también se nota en cierta evolución, o en el interés por probar o incorporar a mis trabajos esos aprendizajes: unas veces por la composición o la manera de mirar y representar, otras por la técnica, otras por la forma de narrar. Hay referentes muy dispares, porque admiro el trabajo de muchísimas personas que se dedican a la ilustración, aunque en apariencia no se asemejen en nada a lo que yo hago. Si me es posible, además, intento seguir talleres o cursos suyos, como decía. Por ejemplo, durante el último año me he inscrito en cursos de Alejandra Acosta, Dani Torrent, Marián Lario, Ana Lartitegui o Laura McKendry… Pero habría muchos más nombres, desde luego.

Y, por supuesto, hay muchas autoras y autores que admiro por lo que escriben: también muchos y muy dispares. Me resulta muy difícil hablar de "referentes" claros; soy curiosa por naturaleza y tiendo a beber de muchas fuentes y muy variadas. Creo que en lo que hacemos aflora todo lo que hemos recibido, lo que nos conforma, también el ejemplo de personas que admiramos a veces en dedicaciones muy distantes de la nuestra. De todo va quedando un poso.

4. ¿De dónde surgió la idea de tu primer libro?

Todo lo que escribo o ideo últimamente suele tener un primer origen en mi propia trayectoria vital: a menudo en mi propia infancia. Mi primer libro como autora es, en realidad, el último que ha visto la luz, Tiempo de otoño, y se basa, a partir de la experiencia de los cambios que trae el otoño, en una doble fuente: por un lado están mis vivencias de esta estación en la infancia, no muy distintos a los de cualquiera, por otra, esas mismas vivencias como adulta, mucho más consciente de la fugacidad del tiempo. 
Tiempo de otoño © Concha Pasamar

Hay en el centro del libro una doble ilustración sin texto que recoge esa doble mirada: la niña concentrada en el mundo de fantasía del libro; la madre vuelta hacia el exterior, pero también concentrada hacia dentro, en una actitud reflexiva; ambas en un entorno amable y reconfortante, que es el que he tenido la suerte de vivir. Me siento representada -en todas las etapas de mi vida- en esa imagen y esa actitud atenta y consciente, pero también soñadora.
ilustración interior de Tiempo de otoño © Concha Pasamar

5. ¿Cómo fue tu primera experiencia como autora profesional? ¿Quién te dio la oportunidad?

Debo la publicación de mis dos libros hasta el momento como autora e ilustradora a Luis Larraza, de Bookolia; también la de mis primeros trabajos como ilustradora, que posibilitaron que me animara a mostrarles los proyectos completamente propios. En ambos casos estaban muy avanzados, casi cerrados, al proponerlos, aunque faltaran la mitad de las ilustraciones definitivas y las cubiertas y páginas de créditos. Primero fue Cuando mamá llevaba trenzas (2018) y luego Tiempo de otoño (2020), aunque el orden de su creación fue inverso. En el proceso de edición, que siempre es un diálogo fructífero, se tomaron algunas decisiones finales, y se creó el envoltorio, que es también muy importante en el caso de los álbumes.
Cuando mamá llevaba trenzas © Concha Pasamar

6. Sobre el proceso de escritura, ¿cuánto tiempo te lleva escribir una historia? ¿Dónde buscas la inspiración o los posibles temas?

En el caso de los álbumes ilustrados, la inspiración suele entroncar con alguna sensación, actividad o detalle de la infancia, como decía. Estos dos trabajos son en realidad una especie de repertorio de escenas, que presentan unidad temática, y lo cierto es que primero fue lo visual. Pero el texto dota a esos repertorios de una mayor coherencia y sentido, tanto a cada una de esas escenas en sí misma –en la combinación de imagen y palabras-, como al conjunto, que es una secuencia que se desarrolla –y se recibe- en una trayectoria y un sentido determinados. En estos casos, el proceso casi completo se llevó a cabo en los tres meses que duraron los cursos, y luego el resto de las ilustraciones se trabajó más adelante. Creo que las dos veces avancé lo grueso del resto en mis vacaciones.
Diseño de personaje de Tiempo de otoño © Concha Pasamar

Pero en realidad, los procesos, como sabemos, son siempre más complejos, y cíclicos, y comienzan mucho antes de tomar papel y lápiz. No digo que sea imposible, pero me resulta difícil pensar en un autor de álbum que se plantee ir desde el inicio al final de la obra de una manera lineal. Hay avances, parones, revisiones del planteamiento. Por otra parte, creo que es mucho más sencillo enmendar el texto que la imagen, por lo que me parece fundamental haber preparado muy bien y con calma el planteamiento general antes de lanzarse a las ilustraciones definitivas.
Pruebas para las guardas de Tiempo de otoño © Concha Pasamar 

Otras veces solo escribo, y en esos casos, lo esencial sale de un tirón, y es cuestión de dejarlo reposar y ver si pide cambios al cabo de un tiempo. En ese caso son pequeños textos de diferente naturaleza, con cierto tono poético, que suelen también partir del recuerdo, o de un instante cuya intensidad desencadena alguna emoción, cierta necesidad de retener ese momento. El paso del tiempo es una constante.
Diseño de personaje de Cuando mamá llevaba trenzas © Concha Pasamar

Pero también soy capaz de apasionarme por otros temas, y eso puede llevarme a escribir sobre ellos, me sucede también en la investigación, donde lo que más disfruto es lo que tiene relación con las historias y las voces individuales del pasado.

7. Proceso y metodología, ¿cómo te organizas y trabajas? ¿Podrías describirme tu día a día?

Como mi dedicación no es completa y mi trabajo como profe ocupa muchísimo tiempo –siempre hay que revisar cuestiones y maneras de hacer, y también investigar requiere muchas horas-, reduje mi jornada laboral ligeramente (un 20%) Dispongo así, cuando no hay urgencia –y a menudo la hay, y más en este año-, de alguna tarde. Pero sobre todo es por las noches, los fines de semana o en las vacaciones escolares cuando me pongo a hacer o pensar de manera más sistemática. De todas maneras, las ideas vienen en muchos momentos, a veces en los más inesperados, y creo que hay que estar en una actitud alerta constante, aprovechar los trayectos, por ejemplo. Me gusta pensar en movimiento: de camino al trabajo, en un paseo…, como acompañante de viaje soy un muermo cuando hay confianza, porque desde niña me encanta pensar y planificar mirando por la ventanilla del coche. Conviene tener una libretita a mano para anotar ideas a las que no podemos dedicar atención en el momento.
Ilustración interior de Tiempo de otoño © Concha Pasamar 

Sin embargo, tampoco soy muy ordenada en esto y debo forzarme a usar un mismo cuaderno, a no apuntar en cualquier papel, a ser más clara en lo que anoto (más de una vez he sido incapaz de recuperar la idea porque era demasiado breve: un par de palabras que luego se transforman en un enigma indescifrable)

En definitiva, en mi día a día intento cumplir en primer lugar con mi trabajo como profe, y luego encontrar huecos sin perderme otras cosas que me gustan, como mis clases de swing –que son sagradas porque me sientan muy bien-, leer o compartir tiempo con otras personas, o ver una peli, si me apetece, vamos. A menudo aprovecho el rato del sofá por la noche. Los fines de semana, como digo, sí procuro sacar unas horas seguidas, en una mesa, con materiales diferentes.

8. ¿Cuál es tu objetivo como autora e ilustradora? ¿Qué mensaje quieres transmitir a través de tus obras?

Pues lo cierto es que no me planteo objetivos ni mensajes concretos, siendo sincera. Intento disfrutar con lo que hago y me parece un regalo poder compartirlo a través de los libros, que siempre han sido esenciales en mi vida. Veo que en lo que publico como autora queda cierta constancia de aquello que me ha conformado, aquello que me hace feliz, y que ese algo es bastante sencillo: los pequeños detalles de la vida cotidiana, pero no es buscado. En ese sentido, creo que puede haber interpretaciones a favor de valorar lo sencillo y vivir conscientemente, pero no es algo que me proponga como mensaje. Escribo y creo por el propio placer de crear, que incluye también el placer de los desafíos y los retos. Tal vez en el futuro aparezcan otras líneas…
Ilustración interior de Cuando mamá llevaba trenzas © Concha Pasamar

9. ¿Estás trabajando en un nuevo libro? ¿Qué nos puedes contar sobre él?

Como ilustradora ando cerrando dos libros para este otoño de 2021 y uno más para el próximo. Como autora, voy trabajando en varias cosas al tiempo. De esos pequeños textos a los que me refería, hay un conjunto que presenta cierta unidad; tal vez me anime a cerrarlos e ilustrarlos, pero no inmediatamente, no hay prisa.

En cambio, sí que hay otros dos proyectos más concretos: uno es un libro informativo para A Fin de Cuentos. En realidad, yo escribo y publico regularmente textos expositivo-argumentativos por mi trabajo, pero este libro supone una nueva experiencia: por los destinatarios, por el formato, por el tema, que me parece apasionante por muchos motivos, y tiene que ver con el efecto que los libros son capaces de producir en las vidas individuales y en las sociedades.

El otro es un álbum ilustrado que ha surgido a partir de un ejercicio propuesto por Marián Lario. Cómo no, la idea parte de un recuerdo de mi infancia, pero se distancia más de lo real y es más propiamente infantil que mis libros anteriores. He conseguido escribirlo, hacer el storyboard y encontrarle editorial en un tiempo récord esta vez (lo que demuestra que cada proceso es diferente en mi caso); le haré hueco cuando termine con los trabajos a los que ya me he comprometido. Y tengo otras ideas, pero me pondré a darles forma cuando pueda.

10. Un último consejo a las que como tú, quieran dedicarse a esto:

Creo que, por una parte, es necesaria una actitud humilde y receptiva: que sean constantes la apertura y la disposición de escuchar, de aprender, de formarse; también la honestidad. También considero que hay que ser constante e insistente, pero con sentido común. Se precisan muchas destrezas en la profesión: ilustrar es más que dibujar, y conseguir que nuestro trabajo sea visible y se solicite también requiere ser sensible hacia otras artes, saber interpretar textos y documentarse, conocer el mundo del libro, moverse en el campo de la difusión, comunicarse adecuadamente con editores, autores, lectores, mediadores… Son muchas variables y se nos pueden dar mejor o peor, pero hay que tenerlas todas en cuenta y conocerse bien para compensar las limitaciones con las virtudes o incluso hacer virtudes de las limitaciones. Luego está también el factor de la suerte, de la conjunción de ciertas circunstancias, que no depende tanto de una misma, y yo debo reconocer que la suerte me ha acompañado, pero también que la experiencia vital ayuda, y yo tengo ya muchos años ;)
Ilustración interior de Cuando mamá llevaba trenzas © Concha Pasamar



Para obtener más información sobre Concha Pasamar, puedes visitar su web y su blog
También puedes seguirla en su página de Facebook e Instagram




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2 comentarios:

  1. PRECIOSÍSIMOS TRABAJOS Y BOCETOS. CONCHA PASAMAR ES YA UN REFERENTE EN LA ILUSTRACIÓN DE ÁLBUMES ILUSTRADOS EN NUESTRO PAÍS, ESPERO QUE PRONTO SUS TRABAJOS SEAN CONOCIDOS EN OTROS PAÍSES.

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    1. Te doy toda la razón. Sé que su trabajo, que ya habla por sí solo, con el tiempo traspasará fronteras y se hará conocido en otros países como merece. Muchas gracias por comentar, Ignacio.

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